sábado, 20 de junio de 2009

SAYONARA MERY CHAN

Hace unos días recibí una mala noticia: la muerte de mi mascota japonesa, Mery Chan. A lo largo de mis años he tenido varias mascotas, por las cuales guardo recuerdos muy gratos de la infancia. Esto va dedicado a las mascotas que tú y yo tanto adoramos.


Cuando me enteré que mi mamá había comprado un hamster, me llené de alegría, era justo lo que quería, que mi hermano de 6 años en ese entonces, tenga una mascota, en especial un animalito que me trae a la mente esos años de paseos en biclicleta con mi primo, canicas en el parque y callejón de la casa de mi papá, los trompos que caían en el piso polvoriento, etc. Esos añorados tiempos.

Mi mascota favorita (como la de muchos) siempre ha sido el perro, el fiel mejor amigo del hombre, el que siempre te esperará con una sonrisa en la cola; y han sido 3 los que he tenido hasta hoy. El primero fue el querido Peluchín, pequeño perrito de pelaje blanco, del cual ,la verdad, ya no recuerdo casi nada, yo estaba muy chibolo, aproximadamente 6 años. Lo único que recuerdo bien es lo cojudo que se me debe haber visto al llamar a mi perrito por la calle: 'Peluchín' ,'Peluchín'.

Pero de pronto un día en el 2do piso de mi casa, donde mi abuelo hacía sus trabajos de carpintería, encontré a esa bella canina, de moviminetos tímidos , escondiendo su cuerpo negro tras una de las tantas maderas...la hermosa 'Tuqui', quien a los pocos días perdió el miedo, y fue creciendo a mi lado, entre felices movimientos de cola, paseos por el jardín al frente de mi casa, y alegrándonos un poco más la vida. Mientras más crecía, más se caracterizaba por sus malcriadeces, inclusive llegó a morder a un inocente anciana que pasó por mi casa, a quien mi mamá curó su herida ante la culpable mirada de una Tuqui castigada, arrinconada en una esquina; pero a pesar de detalles como este, al final Tuqui siempre se ganaba el cariño de todos. Tras una aventura con uno de los tantos perros que había por mi casa, Tuqui llegó a tener desendencia, crías tan bontinas como ella, pero como el espacio de la casa no daba más cabida, uno a uno se fueron yendo, quedándonos como al principio, solo con Tuqui; hasta que por cuestiones del destino, y porque nadie podía quedarse cuidándola en casa, se tuvo que ir a Chincha con una tía, sin previo aviso, sin un despido.

A la 3ra la vencida, había pensado yo. Una tarde caminando por la calle con mi mamá, un señor con billetera en estado decadente, nos ofreció una perrita al generoso precio de 5 lucas, de raza 'chuscoker'; mi inmediata reacción fue tratar de convencer a mi mamá para que compre a la cachorrita, y finalmente aceptó. ¡Sí! Por fín mascota en casa nuevamente, y fue nombrada 'Pinina'. De ella es quien guardo más recuerdos, debí haber tenido 12 años aproximadamente, pero claro, cómo no recordar a esa curiosa perrita, cómo no recordar su rostro cuando se escondía tras los postes de luz cuando yo me iba al colegio, cómo se alocaba de alegría cuando yo llegaba a casa, y lo bella que se veía con su gorrito hecho de una media. Pero se la tuvo que llevar el maldito distenper (enfermedad característica de los perros); no la ví en sus últimos días de enfermedad, pero espero no haya sido mucha su agonía. Fue un tremendo golpe para mí, no recuerdo haber llorado cuando mi mamá me dijo que había fallecido, pero una gran pena se posó en mi pecho.

Cuando era pequeño, los tiempos que me quedaba sin mascota, los amenizaba comprándome hamsters, ya que es más facil de criar y movilizar, pues como mi mama solo se quedaba un tiempo en Perú, me podía llevar el hamster a la casa de mi papá. Si bien era divertido observarlos y jugar con ellos, no tienen comparación con los perros; eso hasta que llegó Mery Chan, mi diminuta mascota japonesa. Grato fue el momento en que la conocí, mi gusto por los animales es obvio, pero con Mery se hacía más notorio, disfrutaba realmente alimentándola, sacándola de su casita, teniéndola en mis manos, sobre mi estomago, viéndo como andaba sobre mí hasta sentir sus patitas en mi mentón.

Mi hermano sin duda alguna también la quería mucho; lo que comenzó como miedo, se fue superando poco a poco hasta que él se atrevió a sostenerla y ver que era un frágil animalito, de bellos ojos y finos bigotes. Desde entonces mi hermano fue el encargado de alimentarla, tarea que realizaba con alegría.

Mery Chan cumplió su ciclo de vida, fueron 2 años, tiempo que normalmente viven los hamster; hoy ya se encuentra bajo tierra, en algún parque de Kanagawa (Tokyo), fue enterrada por mi mamá y hermano. Siempre he creido que tal como nosotros, una mascota que ha sido apreciada y querida, al fallecer, merece ser enterrada.

Una mascota, cual sea el animal, es o 'debería ser parte de la familia', eso es lo que pienso yo, y debe ser tratada como tal.

Hoy me encuentro sin mascota, ni un aburrido canario me acompaña, pero tengo pensado tener más adelante un 'labrador', la raza más hermosa entre los caninos, y tal como con Tuqui, Pinina y Mery Chan, pasar buenos momentos y alegrarme un poco más la vida.

Por ahora solo queda decir: 'Sayonara Mery Chan'.



































2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaj Joseph, esto es demasiado, me he cagado de risa... Poggi

iVoNne dijo...

PObree merY cHAn!!
desKAnce en PAzZ!!

=(..

y del tipO de arriBA pSs NI c Ke ShOu KOn sU viDa...

NO aYAba DoNDe Decia:
Agregar KOmenTAriO..
-.-
buenO PoeSs
andaTe BienNN..
y ya VAmoNoSs a dOrmIRrr!!!!!!!!!!