jueves, 3 de septiembre de 2009

DÍA DE LADRONES

Ante tanta ola delincuencial y vandálica desatada en el Callao, que hace unos días provocó la muerte de 2 jóvenes envueltos en la gresca de nunca acabar entre 'Los Malditos de Castilla' y 'Los Noles de Loreto', recordé un nada grato suceso de hace 4 años aproximadamente, recordé la 1ra vez que me robaron.

23 de abril, cumple de mi abuela, el sudor corría por mi frente mientras llegaba a casa, había hecho física, y un duchazo era urgente. Como solía y aún suele pasar, sin previo aviso Sedapal había cortado el agua, y yo, sucio no me podía quedar, la visita llegaría en cualquier momento para saludar a mi abuela, así que con mochila en hombro, con toallas y rompa limpia dentro, me dirigí con mi primo hacia su casa, en Carrillo Albornoz, av. Vigil, Bellavista Callao, donde comienza el terror, algo así como llegar a Silent Hill.

Íbamos a píe, como hasta ese día siempre lo hacíamos, el miedo al choreo aún era ajeno a nosotros. Nos pasábamos las cuadras conversando, hasta que llegamos a Vigil, donde tras doblar al jirón Carrillo vimos salir de la esquina de la cuadra un grupo de tipos de rostros no muy agradables; eran 2, luego 4, ¡no!, 5; paré el paso, y mi primo, quien es 4 años mayor que yo, se dio cuenta de la alerta que se había activado en mi, y solo atinó a decirme: 'Tranquilo, no pasa nada'. ¿No pasa nada? ¡Está huevón! Mismo Usain Gold pensé en correr como nunca en mi vida, pero ya era muy tarde, a unos pasos tenía a 2 ladrones al acecho, mientras los demás procedían a robarle el celular a mi primo, quien les decía que vivía a unos pasos, pero al ladrón no le importaba en lo absoluto. El intento de correr fue inútil, un empujón bastó para mandarme de rodillas al suelo; y si en un principio vi a 5 choros, de pronto sentía a más de 7 personas sobre mí, hasta mujeres arañando mi espalda con la intención de quitarme la mochila que con tanta fuerza aferraba a mi.

Esos segundos en los que tienes a tanto ladrón encima, se siente como si fuesen varios minutos, en una lucha por no dejarlos despojarme de mis pertenencias, con la rabia al tope al escuchar la voz de muchachas gritándome: 'Ya suéltala huevón, conchatumare'...Increíble pero cierto. El miedo a que alguno de ellos sacara un arma cortante, me hizo soltar la mochila; y ahí me quedé, viendo como todo ese grupo corría con mis cosas. Nos habían robado, a 5 metros de la casa de mi primo.

De pronto vi salir a mi tío, quien junto con mi primo fue detrás de los delincuentes, y yo me quedé parado en la pista, a la vista de quienes poco pueden hacer o nada quieren hacer, los vecinos espectadores de tal cotidiana escena. Fui hacía la esquina que daba a la avenida, ya había calma, solo me quedaba esperar a que mi tío y primo llegaran. ¿Ya había calma? Eso pensé.

Tras lo sucedido minutos atrás, la tensión se había apoderado de mi pecho, miraba a todos lados, con cierto susto; y cruzando la cuadra veo acercarse a un tipo, para mi mala suerte, también de rostro no muy agradable; yo sabía lo que se venía, debía prepararme. El ladrón se acercó a mi y en tono malandrín me pidió todo el dinero que tenía, ¡pero yo soy chalaco! y no podía permitir tal agresión verbal que luego pasó a ser agresión corporal, puñetes y patadas a docenas, un derechazo, un izquierdazo, golpe al pulmón, ya lo tenía en el piso, de no haber sido por los trabajadores de construcción que andaban por ahí, quienes pararon la pelea, lo habría matado...Bueno, tal vez estoy exagerando un poco en esta parte, pero igual no me dejé abollar.

El ladrón se había ido, yo seguía esperando hasta que llegó la abuela de mi primo (que no es mi abuela) y entramos a su casa, lo conté lo sucedido y al momento llegó mi primo, su abuela nos llevó a la comisaría a declarar. Declaré, lo hice muy detalladamente, mis labios temblaban al hablar tratando de recordar segundo a segundo el robo.

El comisario de rostro imponente y con pinta de Miami Vice (vestía de civil) se paró del escritorio y fuimos al auto, en busca de acción pensé yo, rumbo a eliminar a los ladrones, como si de película de Steven Seagal se tratara; pero a mí me mandaron de vuelta a casa de mi primo con su abuela, mientras él fue con los policías bravos por algo de acción. El carro en que yo iba pasaba lentamente por Carrillo Albornoz, y ahí te vi, ahí estabas maldito, tú que sabiendo que me habían robado, querías robarme otra vez. Encontramos al tipo, paramos, el oficial que conducía salió y comenzó a interrogarlo, por supuesto que él se declaraba inocente y decía no saber nada de lo ocurrido, aún cuando yo lo observaba desde el carro. Tan tranquilo, tan acostumbrado.

El policía nos dejó en casa de mi primo. No podía dejar de pensar en lo sucedido. Sonó el teléfono, contesto la abuela de mi primo, lo habían capturado.

Salimos inmediatamente con rumbo nuevamente a la comisaría, al llegar vi a mi papá, quien ya se había enterado del robo, por ahí andaba mi primo sentado, todos nosotros viendo como hacían avanzar de rodillas al maldito que quiso robarme por segunda vez, quien ocultaba la cara de idiota agachando la cabeza, la expresión de maleante se había borrado por completo, ante las preguntas que con rudeza le hacía el policía, él simplemente decía: 'yo no fui, capitán'; y luego simplemente se acogía al silencio, mientras me miraba de reojo, acto que le valió un golpe por parte del policía, quien lo recriminó por darme esa mirada vengativa, rabiosa. ¡Sigue mirándome webón, para que te sigan sacando la mierda!

Lo sacaron del espacio en que nos encontrábamos, y comencé a hablar con mi primo, quien comenzó con el relato sobre como atraparon al ladrón, quien en un impulso de temor tras escuchar el disparo que dio el policía con quien iba mi primo, comenzó a correr, pero fue bloqueado por el auto y finalmente reducido. Mi primo vio como se aplastaba media cara del ladrón sobre la ventana del auto mientras era esposado. Fue metido al auto, justo al costado de mi primo y lo llevaron a la comisaría, donde mi primo sentado donde lo encontré, me contó que escuchó los gritos del delincuente mientras era golpeado por los policías y luego por mi papá cuando llegó, gritos que comparó con los de un bebé. Cómo disfruté esa parte del relato.

Si bien nos sentíamos algo felices por la captura, sabíamos que en ese momento todo Carrillo Albornoz hablaba sobre nosotros, y no cosas buenas.

El día ya iba oscureciendo, dejamos la comisaría y regresamos a casa de mi primo, donde sorpresivamente encontré mi mochila. Mi tío había ofrecido dinero a quien encontrara y devolviera las cosas que nos robaron, y fue así que un niño llegó con mi mochila, la había encontrado en el techo de su casa.

Lamentablemente faltaban mi calsoncillo y una toalla, pero más lamentable fue para mi primo, pues pensar en recuperar su celular era en vano, y pensar en tener que salir de su casa y estar bajo la mirada de todos los delincuentes, amigos del tipo arrestado, debe haber sido para él traumatizante.

Por fin en casa, con la espalda llena de arañones y rodillas adoloridas, contándoles a todos cómo había sido mi espectacular día, con mi primo echado en uno de los cuartos, quien le decía a su mamá no querer regresar a Carrillo por temor a las represalias que se podrían dar. Y lo peor de todo era que aún no me había duchado.

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